Virtualidad y seguridad psicológica

Imagen de mohamed Hassan en Pixabay

Llegar a tocar la piel de mi cliente a través de la pantalla, esa es una práctica a la que un colega, Jorge Solá, puso las palabras adecuadas para los que estamos realizando acompañamientos a personas y equipos en formato remoto.

Si bien es cierto que la presencialidad aporta la posibilidad de centrar todos mis sentidos en lo que le está ocurriendo en el momento a mi cliente, también lo es que la virtualidad abre las puertas a posibilidades hasta ahora vetadas.

Y esto me hace pensar en el momento actual y en la necesidad que tenemos las personas de relacionarnos, de rozarnos la piel y los cerebros a fin de conseguir aflorar lo mejor de nosotros mismos, exactamente lo mismo que ocurre con vosotras, las personas que lideráis equipos que en este momento están trabajando desde sus casas.

No voy a entrar en el debate del concepto de óptimo en el trabajo remoto, tan solo quiero llevar estas líneas a la reflexión de las necesidades de seguridad psicológica y afectiva que tenemos como seres humanos, más aún ante la incertidumbre del momento.

Una mirada cara a cara, incluso a través de la pantalla, un interés real por la persona que tenemos al otro lado va a permitir crear o reforzar lazos de confianza, incrementar los niveles de autoestima mediante el refuerzo positivo y, en definitiva, tener un impacto positivo en nuestra organización a través del cuidado propio y de los demás.

Crear espacios en los que poder compartir y abrirnos va a provocar efectos colaterales de gran impacto en la organización y en sus resultados, como ya demostrara Lencioni en sus estudios sobre las disfunciones de un equipo en los que, precisamente, en la base de un equipo eficiente, está la confianza.

Si en la presencialidad esos momentos son necesarios, en el trabajo remoto o en el teletrabajo, se tornan imprescindibles, precisamente porque ese roce de pieles es menos frecuente.

Hacia 2007, un colaborador se encontraba en una cultura por completo contrapuesta a la nuestra, a miles de kilómetros de distancia y me confesaba que nuestros encuentros diarios a través de Skype (con numerosas interferencias), le permitían sentirse en un espacio más seguro y seguir sintiéndose parte del equipo. Aquellos encuentros nos permitieron desarrollar un mercado que, de otro modo, posiblemente no habría sido posible.

¿Cómo estás gestionando la seguridad psicológica de tus colaboradores en estos momentos?

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