Escuchar

Extraño concepto, tan y tan aceptado como propio y tan extraño de observar, se confunde habitualmente con oír aunque, si tomamos la primera acepción que de ello hace el diccionario de la RAE, encontramos lo siguiente: “prestar atención a lo que se oye”, algo notablemente distinto, veámoslo en un vídeo que dura poco más de un minuto:

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¿Cuántas veces me he sentido vejado como el protagonista de nuestra historia?, ¿cuántas veces habré sido yo el causante de esa sensación?

Hablamos de escucha activa cuando aún no sabemos ni prestar atención, atentos a mil y un estímulos: el correo electrónico, la música, los mensajes, el teléfono, … primero deberíamos centrarnos en escuchar el mensaje de lo que nuestro interlocutor dice…y de lo que no dice, lo que se infiere entre líneas o lo que nos grita con su cuerpo.

Difícilmente vamos a poder liderar a alguien si no le prestamos atención, si no le escuchamos con los cinco sentidos, sí, con los cinco, porque también mis ojos escuchan, como lo hace mi olfato.

Cuando escucho, realmente puedo llegar a percibir los estados emocionales de mi interlocutor, me gano su respeto y solo entonces la confianza puede fluir.

No, escuchar no es oír, escuchar es apagar mis ruidos internos y ver la persona que hay tras las palabras, escuchar es centrarme en esa persona o grupo de ellas e identificar lo que realmente está diciendo.

Escuchar es percibir su tono de voz, sus inflexiones, sus giros. Escuchar es comprender, y comprender no es necesariamente compartir, sino entender al otro.

La más de las veces se escucha para preparar la respuesta, por lo que una buena parte del discurso de mi interlocutor se pierde.

Me gustaría lanzar un reto, hoy mismo, en tu actividad habitual, mejor si es profesional: dedica al menos 5 minutos a escuchar a tu interlocutor, sin juzgar, sin diálogo interno, dejando que la curiosidad se abra paso, luego ya comentaremos el resultado de ello.

¿Oigo o escucho?