Ruido interior

Ruido. CataratasMil ruidos distintos suenan en mi interior; en ocasiones, manteniéndome en un estado iracundo, dando vueltas una y otra vez sobre tal o cual cosa, emponzoñando mi sentir y tornándolo agrio y desabrido; en otras, haciendo caso omiso a Descartes (decía, poco antes de morir, que había sufrido por 10.000 cosas, 9.500 de las cuales, no habían ocurrido jamás), poniéndome en un estado de permanente angustia o desazón, sufriendo por si esto o por si lo otro, ….

Todo ello suena como una orquesta en el momento de afinar sus instrumentos: ruido y solo ruido, sin el menor atisbo de armonía.

Puntualmente, recuerdo asistir a la obra Mar i Cel de Dagoll Dagom, en un marco incomparable como el Auditori Nacional de Catalunya, donde todo era belleza y fluidez. El problema surgió en una parte de la obra en la que, esos ruidos internos, empezaron a surgir de entre la música, recordándome la delicada situación que atravesaba la empresa y que incidió, directamente, en que perdiera una buena parte de esos compases de la música que emborrachaba de puro placer los sentidos.

Veo como un gran problema de la sociedad actual la poca conexión con nosotros mismos y, especialmente, con el aquí y el ahora, único espacio temporal que nos mantiene con vida. Nos pasamos el tiempo rememorando vivencias pasadas, antiguos éxitos, viejas heridas, posibles escenarios futuros, halagüeños unos, apocalípticos otros, sin prestar la atención que se merece al momento actual.

Ruido, solo ruido.

Comemos sin paladear la comida, pensando en lo bien que nos sentiremos cuando obtengamos esto o aquello, paseamos mirando sin ver, perdiéndonos todos esos matices que configuran nuestro camino, tan preocupados como estamos de lo que nos ocurrió antaño; mantenemos conversaciones en las que la escucha, simplemente, no existe, en las que oímos más nuestros ruidos interiores que el mensaje emanado desde la otra persona.

Propongo un simple ejercicio: disfrutemos de una ducha bien caliente, acallemos nuestras voces y ruidos concentrándonos en los cinco sentidos. Notemos el agua cálida en nuestra piel, oigamos su sonido, percibamos como las gotas de agua golpean cada parte de nuestro cuerpo, seamos conscientes incluso, de esa sensación de bienestar; en una palabra, estemos presentes y anotemos después las sensaciones percibidas.

Habremos obtenido una fuerte vivencia del aquí y el ahora, sin vivir nada más que ese agua en nuestra cuerpo; Este momento será irrepetible como irrepetible es que un río sea el mismo cuando fluye, ¿vivimos ahora o lo dejamos para otro rato?

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