Un balance de 2016
Por Jordi Vilá
Parece mentira y en pocos días habrá caído uno más, dejando por detrás esfuerzos, premios, éxitos, fracasos, errores y aciertos, todo ello como una buena sopa que contiene todo lo esencial para conseguir un sabor intenso y nutritivo.
Cuando veo el huerto de 2016 veo que los frutos han brotado, y lo han hecho con fuerza, incluso han salido algunos frutos inesperados, por cuanto hacía ya tiempo que las semillas habían sido plantadas y ya se sabe que, como el bambú, hay manjares que tardan en germinar.
Indudablemente en el camino hubo obstáculos, y de hecho todavía los hay, es aquello que llamamos vida y que está compuesto por un sinfín de elementos que cuestionan todas las leyes, ya que todos ellos son esenciales para nuestro crecimiento y aprendizaje.
Ha habido personas que han llegado a mi vida, otras con las que estoy feliz de continuar y otras, al fin, que tomaron otros caminos y la distancia hace que las perciba de un modo más objetivo y, eso sí, con total desapego. Todo el mundo aporta algo, aunque en este momento no lo pueda ver.
¿Mañana?, pues no lo sé, la verdad es que cuando miro el horizonte sigo viéndolo incierto, como corresponde a aquello que no conozco, aunque la ilusión y la esperanza me lleva a pensar que todo lo que llegue será por algún motivo.
Hoy quiero darme cuenta de lo que vivo ahora y es, con cierta inquietud, placidez y serenidad, aunque pudiera parecer incoherente.
Estoy viviendo la que considero la mejor etapa de mi vida en todos los aspectos, convencido de que lo mejor aún está por llegar, algo que me permite vivir día a día con la ilusión y la esperanza de que este día será mejor que el de ayer, aunque ahora pudiera no parecerlo.
Desde estas líneas agradezco al mundo haberme dado un día más y a las personas con las que tengo la suerte de coincidir su generosidad al estar ahí en la forma en que lo están.