Silencio y ruido, la escucha

Un vídeo de reflexión, inspirador de uno de los males del ser humano presentes durante toda nuestra historia, vamos a dedicarle apenas dos minutos a verlo:

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Ruido, todo lo que oigo es ruido, intento escuchar y tan solo me llega ruido, un ruido de fondo que me impide captar aquello que necesito, y cuanto más intento acallarlo, más llega a mi cabeza, es atronador, cada vez más fuerte.

Es agitación, turbación, una suerte de cascada que inunda mi cabeza y nubla mis sentidos impidiéndome tan siquiera pensar, tal es el tsunami que origina en mí.

He dejado fuera el intenso diálogo conmigo mismo y llega el silencio entrando de puntillas, sin aspavientos de ningún tipo, discreto y comedido, envolviendo todo mi Ser y preparándome para la más hermosa de las experiencias, la escucha de todo lo que hay alrededor.

Ahora puedo escuchar con todos mis sentidos, no tan solo con el oído, y todos ellos me regalan experiencias increíbles, desde el calor en mi piel hasta la gota que cae sobre mi cabeza.

Es solo cuando dejo de preocuparme por él cuando llega el silencio, un embajador de la serenidad y la paz interior, un remanso de quietud y desde ahí, entonces sí, puedo escuchar, puedo captar todos aquellos matices que me llegan desde el exterior, tan solo cuando en mi interior el terremoto cesa.

Ahí es donde aparece tu voz y tus palabras, lo que me dices y lo que no me dices, los mensajes ocultos en tus gestos, en tu mirada, en el tono de tu voz y también, a que negarlo, en esas palabras, escondidos en los recovecos de las mismas, aún por descubrir incluso por ti.

Por fin puedo llegar a ti en plenitud, en escucha, disfrutando de mi silencio interior que me permite la conexión contigo y también conmigo, formando un único elemento, un universo entero contenido en nosotros.

El silencio, esa puerta que siempre supe que estaba ahí y que tan pocas veces me atreví a abrir, ¡que pesado se me hacía y que liviano lo siento ahora!

En este momento sé abrir esa puerta, y también cerrarla cuando es necesario, lo importante es que ahora ya solo depende de mí escoger mantenerla abierta.

¡Bienvenida serenidad, bienvenido silencio!, y tú, ¿te quieres acercar?

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