Desde la soberbia hacia la humildad

La humildad la rige la esencia, la soberbia el personaje, la máscara que queremos mostrar a los demás. La humildad requiere, como no, una mayor confianza en ti mismo, una mayor seguridad en que eres quien quieres ser o vas camino a ello.

A través de la humildad muestras tu verdadero ser, sin miedo a que otros vean tu vulnerabilidad, conoces bien tus fortalezas como conoces tus debilidades, consciente de las enormes posibilidades de tu potencial. No es pusilanimidad, es precisamente lo contrario, fortaleza a prueba de egos, a prueba de personajes.

Es cierto que tienta la soberbia, que es difícil vivir con humildad, acostumbrados como estamos a una sociedad en la que somos valorados, en gran medida, por lo que tenemos, el rol que ocupamos o los círculos en los que nos movemos, por lo que resulta más seguro, menos complejo, colocarnos nuestro disfraz del personaje, nuestra máscara…hasta que probamos las mieles de nuestra propia esencia, donde todo surge de forma natural, sin fingimiento alguno, transparente y auténtico.

Imagina por un momento mostrarte como eres en todo momento, lo cual no quiere decir mostrarte irrespetuoso con otras culturas o tradiciones si no amoldarte a ellas desde tu propio ser, permitiendo que otros vean en ti toda tu luz, pero también tus sombras.

Tengo que reconocer que la soberbia cansa, que tener que ir todo el día con la máscara puesta es tremendamente agotador, pese a los teóricos beneficios que de ello puedo obtener; por el contrario, la autenticidad, la humildad, proporciona la tranquilidad que da el saber que hay determinados aspectos que carecen de importancia para nosotros y que, precisamente por ello, podemos prescindir.

Francamente, quiero mirarme al espejo y reconocerme en mi, no ver a aquel al que otros quieren ver.

La transición de un estado a otro no es rápida y resulta compleja, pero los frutos que se recogen son auténtico alimento para nuestra esencia. Solo te propongo que lo pruebes, que hagas de ello tu experimento y que luego nos cuentes, quizás en estas páginas, o tal vez tan solo al viento, sabedor de que el mensaje nos llegará en forma de un nuevo ser mostrándose a sí mismo, ¿aceptas el reto?