Ya llegó la hora de cambiar

Foto: oudba_msi para Pixabay

Despertar por la mañana, abrir los ojos y sentir que la magia de la vida empieza a ocurrir, por duras que sean las condiciones de cada cual, un mar de oportunidades explícitas o no, está ante cada uno de nosotros.

Y ahí es donde se rompe algo, con esa maravilla llamada Vida, no puedo entender como los seres humanos nos dedicamos a despedazarnos unos a otros, ¿no nos damos cuenta de que estamos asesinando, no solo al prójimo, que es nuestro hermano, sino también al planeta y que solo tenemos uno?

No me entra en la cabeza como seres humanos de cualquier parte del planeta, se dedican a aniquilar a sus pretendidos enemigos, perdón, una pequeña parte de los seres humanos del planeta, porque la inmensa mayoría lo que buscamos es estar en paz, tener un techo, alimentos, amor y librarnos de la enfermedad.

Ahora es en el Medio Oriente y Ucrania, sin olvidar los conflictos que se resuelven a machetazos y tiros en otros puntos del globo que, aunque lejanos, es donde viven nuestros hermanos.

¿Cómo puede una minoría someter y asesinar de este modo en nombre de una creencia, una religión o la mera codicia de poseer más bienes materiales, más poder o más territorio?

No hay que ir muy lejos, en España, estoy harto de ver como los políticos de uno y otro cuño, son incapaces de generar un sentimiento de estado, de perseguir el bien común, se dedican a torpedear cualquier iniciativa del otro lado; no hay más que acudir a una charla política y ver que la mayor parte del tiempo se emplea en denostar al otro bando, ¿no nos damos cuenta de que solo hay un bando?

Desgraciadamente, esto no es nuevo, viene de la historia del género humano, miles de años empeñándonos en destrozar al vecino, porque es de otro color, porque tiene un pedazo más de tierra, porque profesa unas creencias distintas, porque cree en otro dios, o simplemente por el odio a quién sabe qué.

Y, mientras, nosotros mirando hacia otro lado; es hora de cambiar, empezando por la casa de cada uno, por su trabajo, por la empresa en la que trabaje o en los círculos profesionales en que esté inmerso, por su comunidad, por su pueblo, villa o ciudad, por su país, de dentro hacia fuera, empatizando con el resto de las personas.

Nos invito a ver al otro como un legítimo ser humano en sí mismo, con sus propias necesidades y elecciones, distintas de las nuestras e igualmente lícitas, ¿por qué unas deben prevalecer sobre las otras?

Quizás es hora de pensar que el crecimiento desmedido no tiene sentido, que tus necesidades son tan válidas como las mías, no entrar en competición sino en colaboración, construir en lugar de destruir y co-crear en lugar de aislar.

Pensar en la posibilidad de que seres de otros planos nos observen, ¿qué podrán pensar? Y, sobre todo, ¿qué piensa cada uno de nosotros sobre todo esto? ¿qué tiene de bueno ver tanto dolor?

Para terminar, una pregunta muy simple, ¿qué voy a hacer yo para contribuir a este cambio, desde ahora, desde ya?

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