¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?

Typographyimages y Mikegi para Pixabay

Debo decir que me perdí algunos momentos maravillosos que de ningún modo querría haberme perdido, fueron muchos años trabajando desde las 6:30 a.m. hasta las 20:30, jornadas de 14 horas diarias y algunos fines de semana.

Esa era mi obligación, ¿obligación?, de ningún modo, la elección estaba en mí y eso fue lo que escogí, aunque no era consciente que, ante eso, también había renuncia, renuncia a disfrutar del crecimiento de mis hijos, a crecer en mí mismo, no solo en lo profesional y económico, sino también en lo espiritual y un montón de cosas más.

Hoy por hoy veo la vida de un modo considerablemente distinto y asisto, como espectador, a la vida de otros que deciden emplearla del mismo modo que hiciera yo en su día, ignorantes también de esa renuncia.

La verdad es que no entiendo estas políticas de trabajo exhaustivo, estos horarios intensivos (en la acepción más salvaje de la palabra), especialmente por parte de los dirigentes de las organizaciones, ya que redunda en una precariedad de la vida de sus integrantes, siguiendo una visión cortoplacista.

En conversaciones con diferentes líderes empresariales, he llegado a la conclusión de que las causas para esta sinrazón, cuando se convierten en estructurales, pueden ser tres:

  1. Procesos mal diseñados que provocan una saturación del individuo que desempeña el trabajo, en cuyo caso procede una revisión en profundidad de la posición y sus procesos.
  2. Escasez de recursos, bien por codicia de la organización o por mal diseño del negocio, en cuyo caso, la consecuencia es el síndrome de bornout en la mayoría de profesionales, cuando no aspectos aún más nocivos, como la muerte, algo documentado en los casos de France Telecom y otros.
  3. Ineficacia del trabajador por no tener los conocimientos, habilidades y/o competencias necesarias para el desarrollo del rol encomendado, en cuyo caso lo que procedería sería una capacitación exhaustiva del mismo, o una reubicación.

Una cosa es cuando una coyuntura concreta provoca estas puntas de trabajo, otra muy distinta es cuando esta es la praxis habitual, no digamos ya en los casos en los que el presentismo como tal forma parte de la cultura corporativa.

¿Qué es lo que puedes aportar para eliminar esta lacra del mundo profesional?

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