Vivamos hoy, mañana será tarde

Niñas en charcoTodo sucede en apenas un instante o se eterniza como si el tiempo se hubiera detenido pero, cuando la vida se escapa a borbotones, todo se torna fugaz, efímero, las prioridades se trastornan y, lo que ayer tuvo una importancia capital, hoy deviene una nimiedad sin apenas sentido.

La semana pasada tuvimos una muestra de ello, las prioridades de los usuarios de ese tren Madrid-Santiago, cambiaron en un instante, como cambió también, ni que fuera por unos momentos, la perspectiva de los que nos hacíamos eco de la noticia, identificándonos con sus allegados, con sus familias, sus parejas, sus hijos… todos pasamos a ser uno de ellos.

Ignoro cuántas de esas personas tenían una decisión por comunicar, un “lo siento”, un “gracias”, un abrazo, un beso, un conflicto, grande o pequeño, por resolver, cosas que estaban en sus listas de espera, que estaban esperando su lugar en la cola de sus prioridades…

Es triste ver que tienen que ocurrir desgracias para darnos cuenta de que planificar el futuro está bien, pero es necesario vivir el ahora, no temer a lo que ocurra por hacer aquello que queremos que sea hecho, atrevernos, desafiar a la ortodoxia, luchar por nuestro sueño, por nuestros valores, por nuestra esencia.

Nos mostramos políticamente correctos en demasiadas ocasiones, callamos nuestras voces, amagamos nuestros deseos, postergamos nuestras decisiones, pisoteamos nuestros valores por temores absurdos, por temor a ser rechazados, a ser despedidos, a ser heridos… nos negamos la Vida para tener un sucedáneo de ella, para ser vistos como los que, cual cuadro de museo, quedan bien en cualquier sitio, en cualquier situación.

Permitámonos de una vez tomar esas decisiones, actuar como queremos hacerlo aunque, eso sí, sopesando siempre donde empieza nuestra libertad y dónde acaba la de los demás, asumiendo las consecuencias que de nuestros actos se deriven porque, al fin, descubriremos que podemos vivir con ellas o, de no ser así, quizás es que aquello, no merece ser vivido.

La doctora Elisabeth Kübler-Ross (1926), hablaba de los enfermos terminales a los que atendió y expresaba su experiencia respecto a que ninguno de ellos se lamentó nunca por no haber trabajado más. Nos dejó algunas frases de las que querría compartir una, al hilo del presente post:

¿Realmente es así como quiero vivir mi vida? Todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento. La tragedia no es que la vida sea corta, sino que a menudo solo tenemos una tardía percepción de lo que realmente importa.

¿Vivimos por fin nuestra vida o seguimos viviendo la que otros quieren que vivamos?

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