Transparencia y sentido común

Escribo estas líneas minutos después de oír unas noticias de no recuerdo que cadena de radio, aunque el dato es indiferente, puesto que todas dicen lo mismo, con el tamiz de su color político. El hecho es que es algo habitual en todos o casi todos los foros en los que nos movemos.

Perdón, sí, la noticia: ayer se manifestaron en Madrid, 35.000 personas, según el Ministerio del Interior y 1.000.000 según los sindicatos. Ese es el dato objetivo que os invito a que analicemos conjuntamente, a la par que veamos las posibles consecuencias.

No estamos hablando del matiz de un pequeño porcentaje, no, el ministerio nos habla del 3,5% de esa cifra, es decir, uno de los dos, o ambos, mienten descaradamente. Y permitirme no emplear eufemismos en este caso, pero es del todo imposible que no exista mala fe por alguna de las partes o por las dos.

¿Qué consecuencias nos trae eso?, pues simplemente las que nos trae en casa, en la oficina, en el equipo, en la coral o en la orquesta; cuando percibimos que no hay claridad, que se nos falsea la realidad y que los intentos de manipulación son patentes, se genera una corriente de desconfianza que hace difícil poder avanzar en sentido alguno.

Si queremos compromiso, antes debemos crear una corriente de confianza, sin olvidar que, por cada reintegro en la cuenta de nuestra confianza, hacen falta un promedio de 7 imposiciones, es decir, la relación es de 1 a 7, con el inconveniente de cada vez que esa confianza se deteriora, es más difícil volver a establecerla.

Hay mucho otros ejemplos de manipulación informativa, ya sea en los medios o en las organizaciones, como una foto desde un ángulo que tergiversa lo ocurrido, una idea de una  persona que se hace aparecer en boca de otra, un trabajo realizado por un equipo que aparece firmado por solo una persona, ….

Como corolario a estas reflexiones, diría que si lo que se busca es unión ante un problema, mostremos en su crudeza la realidad, sin paños calientes, pero también sin exageraciones, seamos transparentes, no manipulemos al auditorio y pensemos que, lejos de ser imbéciles, cada vez son más incrédulos y es más difícil conseguir su adhesión.

¿tendremos la valentía de anunciar las cosas tal como ocurren o seguiremos manipulando, persiguiendo el cortoplacismo en el que nos hemos establecido?

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