Todos somos maestros

La 2ª acepción del término Maestro en el diccionario de la RAE nos dice Persona que enseña o forma, especialmente aquella de la que se reciben enseñanzas muy valiosas. Es una bonita definición y, para mi, cabría perfeccionarla cambiando algunos términos y dejándolo en algo como Persona que facilita el aprendizaje de otras personas en disciplinas en las que están interesadas.

Estoy convencido de que hay pocas palabras con un significado tan poderoso como este y es un auténtico privilegio que alguien te llegue a considerar como un Maestro, ya que significa que ese alguien ha conseguido valiosos aprendizajes gracias al empeño puesto en que encontrara sus propias respuestas y, como nos decía Federico Luppi, despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez, sin límites, sin piedad.

Parece que solo unas pocas personas estén destinadas a este magisterio cuando la verdad es que todos y cada uno de nosotros, somos maestros o, diciéndolo de otro modo, en cada lugar que visito, con cada persona con la que estoy, existe la posibilidad del aprendizaje, tan solo debo estar con la mente abierta y la curiosidad bien despierta.

No es cierto que el Maestro aparezca cuando el discípulo está a punto, el aprendizaje siempre estuvo ahí, aunque el discípulo solo pudo obtenerlo cuando estuvo preparado para ello, cuando su mente se abrió y su humildad abrió la puerta a la nueva conciencia.

Sin duda alguna, hasta en la más obtusa de las mentes puedo encontrar esa luz que me ilumine en mi ignorancia, si mi orgullo me lo impide, las causas deberé buscarlas en mi interior.

¿Qué es lo que me estoy perdiendo por no identificar a mi Maestro?

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