Todo cambia si yo cambio
Por Jordi Vilá
La idea emerge de la conciencia de una buena y vieja amiga, bajo el entorno de una relación tóxica en la que, inicialmente, quería cambiar a la otra persona, algo que le provocó n o pocos disgustos, un gran desgaste e importante frustración.
“Solo cuando yo empecé a cambiar la otra persona hizo lo propio”, su confesión me sonó a una importante toma de conciencia y, sobre todo, a una evacuación de angustia que se tornó en serenidad al cabo de un tiempo.
Nos empeñamos en cambiar al otro, en hacer importantes esfuerzos, a pensar que no nos entiende, cuando eso es algo que podríamos catalogar como inútil y baldío.
Sin entrar en que existen relaciones tóxicas que deberían desaparecer, tal y como enuncia el 7º principio de Ecología Emocional (Conangla y Soler, 2011), debemos tener en cuenta que somos incompatibles con un 10% de la población según los estudios realizados por Gottman (2000), por lo que no debería extrañarnos que seamos incompatibles con determinadas personas.
Visto esto, analizar mis conductas y emociones, deberían llevarme a una modificación de comportamientos que permitan el cambio en mi entorno, a fin de cuentas, el autoconocimiento debería ser una de las principales competencias de un líder (Hougaard, Carter y Afton, 2018), por lo que cuanto mejor me conozca, mejor podré ver los puntos que provocan fricciones con la otra persona o colectivo.
Hagamos un sencillo experimento basado en un cambio de actitud durante una semana, aquellos entornos en los que no solemos saludar, empecemos por hacerlo y veamos el cambio que se va produciendo en el sistema implicado, ¿qué diferencias se observan?
Si queremos ser aún más osados, mostrémonos ariscos con personas con las que habitualmente no lo somos y, del mismo modo, tomemos buena nota del resultado, aclarando al finalizar el pequeño experimento que se trataba de eso: de un experimento.
Cuando yo cambio, mi entorno lo hace, por completo, aún y con signos que pudieran resultar imperceptibles, así que nada más útil que la autoobservación y modificación de conductas que me resulten lesivas.
Demasiadas veces, en el liderazgo, hay una tendencia a sacar balones fuera, asumiendo que el problema está fuera cuando, la cruda realidad, es que la causa del conflicto es interna.