Tan distintos, tan iguales

Pixel 2013 y GDJ para Pixabay

Nací hace 55 años en Caracas, Venezuela, y llegué a Barcelona 9 meses después, por lo que me considero Barcelonés, Catalán, Español y Europeo, por este orden, aunque eso no es lo importante, lo importante es la suerte que tuve de que mis padres decidieran que este era su lugar de vida.

¿Por qué os cuento esto?, porque la estupidez humana, la sinrazón y la mala idea de unos pocos ha hecho que, de haber vivido en Venezuela, o en otro sitio, mi vida hubiera sido completamente distinta.

Últimamente he tenido la fortuna de compartir vivencias con muchas personas de Venezuela, con algunos pakistanís y personas de distintas etnias, creencias y procedencias, personas que andan huyendo de la barbarie, de la opresión, de la muerte y del hambre, buscando un futuro mejor.

Las historias relatadas por estas personas llegaban a lo más hondo de mi, él o ella hubiera podido ser yo, solo hubiera hecho falta que el destino se moviera un poco; ¿cuántos hermanos salieron huyendo de este país nuestro en la década de los años 40? ¿qué acogida recibieron?

Hace unos días coincidí con un grupo de personas musulmanas que habían acabado el Ramadán, las féminas llevaban hermosos tatuajes de henna, simbología de fiesta en este caso, ropas de fiesta y alegría era la constante en aquel colectivo.

No me entra en la cabeza que la distinción por el color de la piel, la religión, el lugar de procedencia o la carencia de recursos sea, en pleno siglo XXI, un motivo de miedo, porque, no nos engañemos, el rechazo a estas personas lo produce el miedo, el miedo a lo desconocido, el miedo a lo que es diferente, a lo que se aleja de mis patrones.

¡Que diferente sería el mundo! ¡qué diferente será! cuando nos atrevamos a abrazar esa diferencia, a ponerla en valor, a ver como nos complementa, como hacen los colores cuando se funden en la paleta del pintor.

Un buen amigo y compañero decía “donde todos piensan igual, nadie piensa demasiado”, y es que es tendencia denostar aquello que es diferente, sin hacer el más mínimo análisis de que, lo que tenemos delante, son seres humanos, personas que piensan, razonan y, sobre todo, sienten.

¿Qué me lleva a pensar que soy mejor que alguien?