Riesgo
Por Jordi Vilá
En muchos ámbitos de nuestra vida primamos estar en la zona de confort por encima de vivir una Vida que nos satisficiera más.
No hablo de irse al Everest (o sí), ni de bañarse con tiburones (o sí), una vez más hablamos de arriesgarnos, de asumir riesgos que descentran nuestra certidumbre, algo de lo que soy un profundo convencido y a lo que me ha llevado la reflexión sobre una frase de este artículo de La Vanguardia digital de ayer.
– ¿Su mayor error? – pregunta el periodista
– Quizás no haberme arriesgado más en algunos momentos de mi vida – contesta Joan Seoane.
Las más de las veces vivimos en una suerte de chapapote emocional que nos lleva al encefalograma plano, sin arriesgar, con un apego excesivo a lo que tenemos, a lo que creemos que somos, a nuestro status (¿status?) y al ansia de ser aceptados…al precio que sea.
¿Cómo serían nuestras vidas si asumiéramos algunos de esos retos que se nos presentan?, ¿cómo sería esta sociedad si se atreviera, ¡si nos atreviésemos!
¿Cómo sería el mundo que dejaríamos a nuestros hijos?, ¿cómo serían las organizaciones, las empresas, las instituciones, las universidades, si en lugar de ese olor a rancio, tuviesen olor a vértigo, a reto, a osadía?
– Ya tendré tiempo – suele ser una muletilla a menudo utilizada aunque, ¡ay!, no siempre es así ya que, como decía Serrat, la Parca puede estar agazapada en cualquier lugar esperando nuestro paso.
Vivimos en una sociedad en la que se le achaca a la suerte la consecución de unos objetivos que, en la mayor parte de ocasiones, han requerido iniciativa, pérdida de seguridad, esfuerzo, toma de decisiones, visión, renuncia…ya que solo entonces la suerte abre sus puertas.
Disfrazo mi cobardía de excusas de mal pagador: no puedo, no soy capaz, no sé lo suficiente, no es mi momento, no, no, no, cuando lo cierto es, como nos dice el investigador en su entrevista, que no tuve el valor de Ser o de Hacer aquello.
¿Cómo sería mi Vida mañana si realmente me atreviera a dar el paso?