Querido Yo
Por Jordi Vilá
Ya hace mucho tiempo que te tengo olvidado, siempre velando por los otros, haciendo que me acepten, que me consideren miembro de la tribu, del clan, o como venga sido en llamarse, comportándome como se supone que me he de comportar, vistiendo como se supone que debo vestir, haciendo aquello que se supone que debo hacer y, por supuesto, dejando de hacer aquello con lo que te honraría a ti.
A veces siento tus lloros, siento tus gritos proclamando tu inocencia y tus deseos de libertad y debo confesar, mi querido yo, que cada vez me cansa más tener que aguantar a este personaje al que han dado en llamar como yo pero al que, por mucho que mire al espejo, no logro reconocer, aunque bien es cierto que es a ti al que no reconocerán los otros el día que te presente en sociedad, para lo cual no falta ya demasiado, con el hartazgo que estoy sufriendo en estos últimos tiempos.
Unos me dicen que verde, otros que negro, otros que amarillo, otros que gris y yo los intento contentar a todos, pero el color que a mi verdaderamente me inspira es el pistacho, sí el pistacho, aunque un buen amigo me repita hasta la saciedad que eso no es un color si no un fruto.
Siento estarte tratando como lo estoy haciendo, ninguneándote, negándote, como Pedro a Jesús, pero no tres veces, sino ciento y madre; siento destrozar literalmente tus valores para contentar a unos y a otros, siento decir sí cuando en realidad querría decir no, siento sonreír cuando tu lloras a mares, siento aplaudir cuando de mi corazón lo que brota es sonrojo y vergüenza, siento, en fin, seguir el guión que otros me marcan y siento especialmente, que esto está llegando a su fin.
Hoy he visto, mi querido Yo, que eres tu quien más importa, que nunca podré gustar o contentar a todo el mundo, que en la diversidad está la riqueza, que en mi autenticidad está mi belleza, que en mi honestidad está mi gran valor, que soy un conjunto de roles pero que ningún rol soy yo plenamente.
¿Qué ocurrió?, es simple, pasé ante un espejo y, por primera vez, no me reconocí, y entonces supe que era tu último aviso antes de que definitivamente marcharas y me dejaras en manos de ese personaje que durante tanto tiempo me ha tenido preso.
Hoy voy a decir SÍ y voy a decir NO, voy a decir SÍ a mi Vida y a mi plenitud y voy a decir NO a vivir la vida de otro.
¿A qué dirás SÍ hoy? Y ¿a qué dirás NO?