Podando relaciones tóxicas
Por Jordi Vilá
Las relaciones pueden empezar bien, mal o todo lo contrario, sin que exista un patrón definido para ello, ya sea a nivel personal, profesional, asociativo, etc.; todo tenemos un perfil que acepta mejor un tipo de personas y peor otras pero, con el tiempo y las experiencias, lo que empezaron siendo prejuicios, se van convirtiendo en certidumbres, ya sea confirmando impresiones iniciales o, por el contrario, desmontándolas, sea para bien o para mal.
Somos como un árbol en el que podríamos considerar que cada relación es una rama, unas fuertes, otras más débiles, pero ramas al fin y, como los árboles, hay algunas que devienen nocivas y convendría podar de inmediato, algo que en ocasiones demoramos en exceso permitiendo que ralenticen nuestro crecimiento o nos causen unos daños que podrían llegar a ser irreparables.
Hablo de relaciones tóxicas, de relaciones que, lejos de aportarnos, nos van minando por dentro, y ahí caben todo tipo de relaciones.
Podemos identificarlas cuando, al estar con esa otra persona o personas, o simplemente pensar en ellas, sentimos que nace en nosotros un sentimiento nocivo, ira, rabia, anulación, ….. nos hacen sentir pequeños o simplemente nos causan una desazón insalubre, lejos de aquella que se siente cuando tenemos ante nosotros un reto y sentimos mariposas en el estómago.
Hemos analizado la relación y sentimos que no nos lleva a ninguna parte pero, por otro lado, hay algo que nos empuja a quedarnos ahí, sin reaccionar. Ocurre con aquel jefe soberbio y prepotente del que no aprendemos nada, de aquel amigo que nos absorbe como si él fuera la única persona en el mundo, aquella pareja maltratadora, ….son muchos los ejemplos y apostaría a que todos tenemos en mente alguna relación de esa tipología ahora mismo, ya sea presente o pasada.
¿Qué es lo que nos impide cortar esa relación?, ahí es donde es importante hacer un profundo trabajo de introspección que nos permita llegar a las raíces del problema para permitirnos, por fin, podarla, extirparla antes de que el daño sea realmente irreparable. Encontraremos miedos muy enraizados, creencias que nos limitan y, al final, muy posiblemente encontremos un niño asustado que teme las consecuencias de sajar la herida, antes de que se vuelva putrefacta.
Cuando cortes esa rama sentirás, inicialmente, la falta de algo que para ti era, aunque molesto, algo que considerabas necesario, pero enseguida notarás una liberación, la de esa cuerda que te ataba a un pasado y un presente que había dejado de tener sentido.
¿Cuántas relaciones tiene hoy que quieres podar?. Está en tus manos hacerlo.