¿Para qué te pagan?
Por Jordi Vilá
Parece una pregunta capciosa, con segundas intenciones, pero la verdad es que no lo es en absoluto, es más, dar una respuesta a la misma nos puede evitar muchos quebraderos de cabeza.
Me he encontrado con directivos que parecen quedar aferrados a sus antiguas responsabilidades, con el consiguiente estupor de sus colaboradores, así, vemos al nuevo Director General ahogando literalmente a la persona que ocupa su antigua función financiera, desde la que fue promocionado.
Lo mismo le ocurría a la persona que lideraba el área de ventas cuando su Directora Comercial pasa a ocupar la posición de máxima ejecutiva de la compañía, auditando cada uno de sus movimientos y cuestionando las decisiones más nimias, incluso el proceso de selección de un ejecutivo de ventas Jr.
¿Qué es lo que les ocurre?, pues lo más normal del mundo, permanecen en aquello que conocen, en su zona de confort podríamos decir, sin acabar de darse cuenta que ya no son valorados por ello.
Puedo aseguraros que esto no es potestad única de la Dirección General sino que cualquier posición que implica la gestión de un área, proyecto o función, tiene el mismo peligro.
Ya no se te paga por cerrar el balance, o por auditar a los clientes o segmentarlos, o crear modelos de riesgo o… se te paga por una gestión más integral, de carácter menos táctico y más estratégico, con una visión más global, haciendo hacer o haciendo que hagan hacer, según los casos.
Recuerdo un Jefe de Producción al que promocionaron a la Dirección de operaciones y que manifestaba su aprendizaje con, más o menos, estas palabras: – cuando estaba como jefe de producción, el tema era más o menos sencillo, ordenas pintar la planta, planificas el mantenimiento, etc. pero, ahora, me enfrento al estado de ánimo de mis jefes de sección, ¿qué hago cuando uno, literalmente se viene abajo? –
Tomémonos el tiempo y hagamos el esfuerzo de preguntar a los miembros de nuestro equipo que esperan de nosotros y en qué les podemos ayudar y, a nuestros jefes, sea el Consejo, el CEO o quien tengamos, qué espera de nosotros, para qué nos paga, así podremos evitar caer en ese sopor del nuevo directivo.
Y tal como hemos quedado, ¿a ti para qué te pagan?