Miradas

MiradaMiradas que acogen y miradas que rechazan, miradas que atraen y miradas que repelen.

Los ojos son la puerta de entrada a nuestra alma, de ahí el rechazo a abrirle la puerta a cualquiera, de ahí que las miradas se tornen huidizas al sentirse invadidas o violentadas y se muestren acogedoras cuando perciben calidez y encuentro.

Me dicen mis clientes que tengo la virtud de generar confianza desde el primer momento, y eso es algo que debo a abrir mis puertas antes siquiera de acercarme a las suyas.

Les abro mi mirada y veo como la suya se va relajando hasta que me franquea la entrada, y entonces puedo ver sus luces y sus sombras, sus anhelos y sus miedos, sus sueños y sus pesadillas, acompañándole en su camino.

Una mirada arrulla, acuna, mece, acaricia, y también maltrata, insulta, grita, agrede. Hay miradas que recordaré toda la vida, por su intensidad, por su dulzura, por el terror que asomaba a sus ojos, o por la ilusión que emanaba de su interior, miradas que dejaron huella en mi Ser.

Una mirada y un silencio, porque ahí ya no hacen falta palabras que incluso entorpecerían el diálogo entre esencias, entre la parte más pura de nuestro Ser, un diálogo que nace de lo más profundo, sin necedades, sin mentiras, puro sentir.

Mírate al espejo, sé capaz de entablar esa charla que tienes pendiente contigo, explícate aquello que tantas veces te quisiste decir, solo entonces tu mirada lo podrá gritar al mundo.

Date permiso para mirar más allá de sus ojos, más allá de sus palabras, ¿qué es lo que ves?

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