Mi ex-vida de ejecutivo

Ejecutivo estresadoRecuerdo tiempos pretéritos en los que buscaba mi promoción profesional por encima de todo, la lógica personal pasaba a un segundo plano en aras de ese pretendido objetivo que me encumbraría a los altares, o lo que yo creía que eran los altares, empresariales.

Así, el virus empezó a anidar dentro de mi, las jornadas habituales de 8 horas, pasaron a serlo de 12 ó 14, los fines de semana pasaron a mejor vida, dada la importancia de este o aquel proyecto, las vacaciones tenían sentido tan solo los primeros días, quizás la primera semana y, mi forma de nutrirme, era en base a conocimientos empresariales, cursando mil y un cursos técnicos, descuidando nutrir mi interior, viajando solo hacia fuera, olvidando hacerlo hacia dentro.

Estaban claras mis prioridades, ¿no?, los amigos eran sustituidos por la red de “networking” y, ya puestos, los anglicismos se convertían en parte fundamental de la jerga a emplear. Ya no hablo del cónyuge o de los hijos, que bastante tenían con estar atendidos por canguros, actividades extraescolares y otras lindezas por el estilo; de algún modo, formaban parte del atrezzo de la función.

Todo eso era la felicidad de mi rol de ejecutivo. Curiosamente, yo tenía la impresión de que era la envidia de algunos y que, el resto, eran los compañeros del club por el que tanto había luchado, desgraciadamente, no había prestado atención a otros, que también formaban parte de mi realidad, cuya mirada era más de compasión que de admiración, compasión que ahora entiendo en toda su profundidad.

Todos los extremos son malos, pero este lo es especialmente, puesto que crea una marioneta al servicio de quien sabe qué, en detrimento del ser humano que hay debajo y que lucha por Ser, siendo esto cada vez más difícil, habida cuenta del peso de los kilos y kilos de armadura que necesita el personaje.

Hablo de mi experiencia y no pretendo que esto sea el retrato de nadie más, pero te emplazo a hacer un viaje a tu espejo, a observarte detenidamente y a juzgar por ti mismo a qué le estás dando importancia y, sobre todo, a si la tiene realmente y estás nutriendo tu ser o el del personaje que posiblemente viva en ti.

Hoy siento, entonces no tenía tiempo para ello, hoy soy, cuando entonces solo tenía tiempo para hacer, hoy me nutro, antes solo tenía tiempo para formarme.

¿Estás cómodo en el traje que has decidido llevar, sea este el que sea?

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