Llegando al final

abuela y nieto pasado y futuroEs primera hora de la mañana y, meditando frente a una vela de color rojo colocada en el interior de un vaso, veo como su llama central ha consumido buena parte de la cera que la sustentaba, asomando tan solo su parte superior. Le queda ya poco tiempo, pero continúa brillando, como lo hará hasta que se extinga, igual que el año que ya llega a su fin en algo más de un par de semanas.

Si estás leyendo estas líneas andas de buena suerte, ¡vives!, o por lo menos tienes la capacidad suficiente para hacerlo. Es posible que estés luchando contra la enfermedad o los contratiempos, pero tu fuerza y tu coraje, aún y sin que los veas ahora posiblemente, te permitirán llegar a tu destino, aquel que te hayas marcado, o te indique nuevos caminos para ello.

La imagen de la vela me ha impulsado a escribir estas líneas, unas líneas de agradecimiento a lo que me ha sido dado vivir en este año, un año en el que la percepción que me viene es que he podido ver como el sol se acercaba al ocaso y, el temor a que llegara la oscuridad, se vio remplazado por la llegada de un cielo estrellado, como si del mar se tratara. No había lugar para ese temor si sabía esperar la llegada de las estrellas que siempre están ahí arriba, aunque alguna nube nos impida verlas.

Ha sido un año en el que por fin he podido ver que debía desapegarme de ciertos aspectos, materiales unos, emocionales otros. He cortado algunas cadenas, he reforzado afectos, conocido personas maravillosas y redescubierto relaciones que creí extinguidas, como también eliminé otras que, por tóxicas, debía alejar de mi.

Es cierto que se han cerrado unas puertas y debo reconocer que el cierre de algunas me ha resultado penoso pero, a la vez, se abrían pequeños ventanucos que han devenido auténticos ventanales por los que  la luz entra a raudales.

He podido sentir la presencia de personas que han sido auténticos pilares, personas que han confiado y que me han hecho sentir querido, personas con las que me he sentido cómplice de Vida.

También ha habido pena y tristeza, cierto, y me he permitido sentirla y dejarla salir, algo que me ha llevado a buenos aprendizajes, no obstante y haciendo balance, debo reconocer que me siento afortunado de todo lo sucedido en estos meses.

El camino sigue, ¿hacemos un trecho juntos?

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