Liderazgo y escucha

Foto: Jordi Vilá

Hace algunos años, allá por 2005, mis compañeros me hicieron el mejor de los regalos: una retroalimentación cualitativa en base a una evaluación 360 de la que fui objeto. Lo que más me sorprendió, por la baja puntuación y por el gap con mi valoración fue la escucha, así que ni corto ni perezoso, al recibir los resultados, llamé a mi jefe “no puedo creer que digan que no escucho” me quejé y su respuesta fue aún más devastadora a la par que cariñosa “hace un año que te lo estoy diciendo”, contestó.

No podía suponer que eso sería un antes y un después en mi gestión y en mi carrera en general, ya que eso me permitió, años después, alcanzar la maestría en coaching.

Directivos y ejecutivos que no escuchan, que dan por buena su forma de hacer las cosas sin considerar si quiera otras posibilidades planteadas por sus colaboradores, por el simple hecho de que no escuchan, no prestan atención a los mensajes que intentan llegar.

¿El resultado?, frustración, impotencia, rabia en primer estadio, fuga de talento en el mejor de los casos y born out en los peores.

Señoras y señores que tienen el privilegio de servir a sus equipos: pongan atención, escuchen, y escuchen no solo lo que les dicen sino también lo que no les dicen, presten atención a las necesidades de las personas a las que coordinan, cada una con sus talentos, con sus virtudes y sus defectos, solo así conseguirán sacar lo mejor de cada una de ellas.

Muchos problemas de liderazgo se solucionarían con el simple acto de la escucha, una de las artes más complejas, ¿qué puntuación te darías y qué puntuación te darían tus colaboradores, hijos, compañeros, amigos, …?

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