Liderando-me

Liderazgo. VelasSi ponemos liderazgo en Google, aparecen más de 40 millones de entradas, uno de los conceptos sobre los que más literatura se ha generado a lo largo de la historia, fuente de ingresos de profesores, consultores, universidades y escuelas de negocios. Grandes y pequeños gurús, incluso aprendices de brujo se han erigido en dioses del término.

Hay líderes carismáticos, mesiánicos, innatos, autocráticos, desarrolladores, emprendedores… en fin, que los hay de todos los gustos y de todos los colores, desde Sócrates hasta Blanchard, mucho hemos oído y aprendido del liderazgo pero, siempre hay un pero, ¿es posible liderar sin tener previamente un profundo autoliderazgo?, ¿puedo liderar sin saber primero cuáles son mis palancas y cuales mis frenos?.

En las escuelas de negocios nos enseñan técnicas de liderazgo hacia el exterior, pero poca cosa hay referida a ese liderazgo interior que permite encontrar la serenidad desde la que el liderazgo se torna un puro fluir.

Necesito saber qué es lo que detona mis emociones, conocer en profundidad mis emociones y mis estados de ánimo. Hablamos de Góleman (1995) y su inteligencia emocional, pero antes que él, Thorndike (1920) empieza a investigar en torno a la inteligencia social, Gardner (1983) introduce el concepto de las inteligencias múltiples y otros como Ovidio Peñalver (2009), indagan en las emociones colectivas, con lo que empezamos a pensar que no solo en lo cognitivo está el liderazgo.

Entro en una sala y me produce inquietud, estoy en un determinado lugar y mi estado de ánimo se encarama a lo más parecido a la plenitud, con lo que de optimismo se produce… son cosas que ocurren y de las que puedo sacar grandes aprendizajes para mi mismo que me serán útiles para liderar a los demás.

¿Qué es lo que me aterra, qué me enfurece, qué me ilusiona?, todas estas son preguntas que necesitan una respuesta para poder tomar consciencia de mis conductas y poderlas gestionar adecuadamente.

Góleman nos habla, en los dos primeros pilares de la IE, del autoconocimiento y de la gestión de esas emociones, algo que no es habitual en buena parte de nosotros, tras estudiar y trabajar el liderazgo en distintos ámbitos.

Me conviene invertir en mí mismo, en mi conocimiento, por el bien de las personas a las que me sea dado el privilegio de acompañar, pero sobre todo por mi propio bien, ¿estoy dispuesto a liderarme primero para después liderar a otros?

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