La Valentía de caminar

La indignación es lógica, es justa, es comprensible, tenemos un país en ruinas y una clase política que más que clase podríamos catalogar de pandilla, con individuos que creen suya la tierra que les ha sido encomendada regular, gastando a manos llenas cual si de un mono borracho se tratara.

La prima de riesgo se dispara, el IVA se dispara, el paro se dispara….todo sube menos los salarios y no parece que nadie tenga ni una sola idea al respecto, ¿nadie?, NO, estoy convencido de que en las calles hay cientos, miles de ideas que podrían llevarse a cabo y no florecen por miedo, por desidia, por dejadez, por creer que no somos suficientemente buenos, porque no tenemos los recursos, porque es lunes, finales de julio o porque este o aquél me han mirado mal, ¡por el amor de Dios!, ¡tengamos coraje!

Que fácil es quejarse, lamentarse, echarle las culpas a esto o a aquello….o quizás a lo de más allá, siendo capaces de catalogar a la Mona Lisa de enferma por esa sonrisa torcida.

Estamos pensando como nos enseñaron a pensar, sin atrevernos a mirar las cosas desde otro ángulo, ¿qué es lo que queremos realmente? ¿qué estamos dispuestos a hacer por ello?. Un niño de 12 meses se levanta y empieza andar, sin que nadie le haya enseñado, y cae, una, dos, cien veces, y se levanta tantas veces como veces ha caído, con las rodillas repeladas, con un chichón en la frente y otro…en el alma y en el orgullo, pero no cesa de intentarlo, hasta que un buen día llega a los brazos de su mamá con la sonrisa de felicidad del vencedor de sí mismo.

Nuestras experiencias pasadas nos son terriblemente útiles y también nos atan a creencias trasnochadas y caducas, ¿cómo serían las cosas si me atreviera con esto?, ¿qué habrá si tengo el valor de mirar desde allá?, ¿si soy capaz de sacrificar el hoy por el mañana?.

No podemos negar que las circunstancias que atravesamos son las más duras, ¿o quizás no?, ¿cómo eran las cosas en la edad media o en plena revolución industrial?. En cualquier caso, estamos asustados, indignados, y con toda la razón, pero si no empezamos a buscar soluciones, somos tan culpables como los propios hechos, ¿o tal vez no hay culpabilidad si no retos que nos son puestos delante para que los venzamos?

En su día mi salida de la empresa en la que estaba, la viví como una pequeña tragedia, hoy la veo como la gran oportunidad que está siendo. Salí sin recursos, pero con ideas y coraje y podría decir que me ha sido dada la ocasión de atravesar el desierto, en el que voy encontrando pequeños oasis en los que tomo fuerzas y salgo renovado.

¿Qué puedes hacer TU hoy, el próximo lunes, para cambiar las cosas?, algo distinto, algo que hasta ahora no te hayas atrevido, ya seas trabajador, autónomo, funcionario, empresario o parado.

La foto que ilustra este post fue tomada hace unos días en una calle de Barcelona, en el escaparate de una peluquería de barrio, obra de alguien que no se resigna, que lucha. ¿Qué tiene esta foto para ti?

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