Imprevistos

Un árbol caído sobre un coche.

La vida esta llena de ellos, y eso me causa en ocasiones cierta desazón, nerviosismo por no tener el control de lo que va a ocurrir, en otras palabras: miedo a la incertidumbre en mayor o menor medida, y eso es normal.

Ayer era festivo en gran parte del mundo, el 1º de mayo, el día del trabajador, aunque bien es cierto que los profesionales independientes quizás dedicamos un tiempo a poner en orden algunas cosas puesto que no necesariamente los festivos coinciden con los del mundo en general.

Me levanté pronto con ganas de salir a correr un rato, la verdad es que tenía muchas ganas, y el día desapacible, frío y lluvioso en mi ciudad me disuadió de hacerlo así que, en principio, el plan se había ido al garete, algo que en épocas pretéritas me hubiera fastidiado el día.

Abrí las cortinas, me hice un té y me senté frente al ventanal a ver caer la lluvia, algo que hacía mucho, mucho tiempo que no hacía y que me trajo una intensa paz interior. Estar solo conmigo mismo, sin hacer más que contemplar lo que ocurría a mi alrededor, fue de nuevo una experiencia intensa y con una necesidad de recursos tendente a cero.

¿Cuántas veces el universo se empecina en dar al traste con los más ilusionantes proyectos? ¿cuál es entonces mi actitud frente a ello? Como ya exponía Covey (1989), ¿para qué preocuparme por cosas que no puedo controlar y sobre las que no puedo influir?

En todos los órdenes de la vida voy a sufrir lo que considero en ese momento reveses del destino, ayer no podía parar la lluvia, pero sí podía escoger la respuesta que daba al suceso, si enfadarme por mi mala suerte, disfrutar del teórico contratiempo, y nunca mejor dicho, o buscar alternativas.

Han sido demasiadas las veces que he peleado contra molinos de viento, demasiadas las que mi estado de ánimo estaba decaído por algo que no podía resolver, ¿qué hacer entonces?

Ese día podía haberme puesto un calzado resistente e ir a saltar charcos, o mirar la lluvia, o aprovechar para poner en orden todo aquello, o…simplemente estar conmigo mismo, cosa que no hago con frecuencia acuciado como estoy por mil y una cosas que (creo) me lo impiden.

¿Qué hacer ante el imprevisto?

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