Identidad del equipo

Figura basada en el trabajo realizado por Tomás López y Jordi Vilá

La identidad corporativa es algo con lo que las organizaciones deberían tener mucho cuidado, es algo que debería estar presente no solo en la estructura principal, sino que también debería tener su ligar en las subestructuras que la componen, en los equipos, entes vivos que suponen su actividad.

En demasiadas ocasiones existe un trabajo de diseño de Misión, Visión y Valores, muchas veces realizado por personal externo, que es automáticamente transmitido de arriba abajo, sin filtro alguno, “algo que hay que tener”

Hace unos días me acerqué a una empresa con la que colaboro y pude ver su Visión colgada en las paredes, no solo eso, sino que se había hecho un trabajo en profundidad a fin de que empapar el sentir de todos los trabajadores.

Con todo ello lo que se busca es que la persona se sienta partícipe de ese proyecto empresarial, sea el que sea y, desde estas líneas, quiero proponeros una vuelta de tuerca más, buscar que los miembros de los equipos en la organización, se sientan parte esencial de los mismos.

¿Para qué existe este equipo? ¿cuál es su razón de ser? o, en otras palabras, ¿cuál es su Misión?

¿Quién quiere ser de mayor? ¿dónde quiere estar en el corto-medio plazo? O, simplificando, ¿cuál es su visión?

¿Cómo quiere alcanzar esa visión? ¿de qué forma quiere comportarse?, en definitiva, ¿cuáles son sus valores?

Como veis no es una cuestión baladí, este ejercicio supone la construcción del equipo desde dentro, desde lo que le apasiona, lo que le mueve, la cultura de sus miembros, su diversidad, la forma en que les gusta hacer las cosas.

Se trata de algo más que ir a trabajar, se trata de construir una cultura común, subordinada a la cultura organizacional que permita que sus miembros se sientan partícipes, protagonistas, padres de la criatura y, con ello, sus mejores embajadores.

He podido constatar que un puñado de valores sin estar interiorizados, no sirven absolutamente para nada, es más, pueden llegar a ser contraproducentes si no existe coherencia entre las palabras y los comportamientos.

¿Qué puedo hacer para impulsar aún más este ente que hemos creado entre todos? Esa es la pregunta que puede surgir con un colectivo integrado y comprometido.

Solo cuando todos remamos con ilusión en la misma dirección la nave avanza a la máxima velocidad a la que puede ir, lo contrario supone pérdida de tiempo, desgaste y frustración, ¿qué podemos hacer para poner el foco en un objetivo común?

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