¡Espabilen!

Alexas_Fotos para Pixabay

Pocas, muy pocas organizaciones parecen ser conscientes de que la chavalería se está incorporando a las organizaciones, personas de entre 19 y 25 años, es decir, generación Z, Centennials, …el nombre es lo de menos, lo importante es que es una generación que llama viejos a los Millenials, una generación, parte de la cual, es nativa del Siglo XXI y más que nativa digital, es digital en sí misma, ha llegado para quedarse.

Vemos compañías decimonónicas, con estructuras pesadas, resistentes al cambio, con políticas desfasadas en todos los aspectos, cuya preocupación por el medio ambiente es tan solo la políticamente correcta, donde el colaborador es un mal necesario y donde “las cosas siempre se han hecho así”

Sí, sí, ya sé que la suya no es de este tipo… ¿o quizás sí?, no por querer seguir a pies juntillas el cuento de “El traje del Emperador” va a ser distinta de la realidad más tenaz, ¿qué tal si echamos un vistazo en profundidad?

Esta nueva fuerza laboral llega con unos valores profundos a los que no piensa renunciar, no les importa tanto el salario como sus principios, la flexibilidad, la posibilidad de desarrollarse o personas de las que poder aprender, una fuerza laboral capaz de realizar un mentoring inverso sin apenas ruborizarse.

Una generación cuyo principal interés es la confianza, ya sea en la cultura corporativa o en las personas, Líderes, compañeros o colaboradores, una generación que piensa en emprender más que en ser funcionaria, una generación capaz de crear valor para su organización a través de la intraemprendeduría.

Miro a mi alrededor y veo culturas arcaicas incapaces de lidiar con este giro que, lejos de ser el último, posiblemente no es más que una continuación de algo que se empezó a gestar con la generación anterior.

Si quieren que ese talento forme parte de su organización, ¡espabilen! Lo que ayer era una verdad incuestionable hoy no es más que un mal chiste de lo que uno querría que fuera y que ya no volverá a ser.

Las verdades cada vez lo son menos, todo entra en cuestionamiento, la certidumbre es una quimera del pasado y pasamos a una flexibilidad de junco, a una preparación para desaprender a la máxima velocidad posible para adaptarnos a las nuevas condiciones del mercado.

¿Retener el talento? Casi mejor pensamos en seducirlo y en nuevas formas de relación profesional.

¿Valor?, más que antes, pero construyéndolo de forma diferente.

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