Escucha: clave para un liderazgo inspirador

Foto: Higgins para Pixabay

Te estoy escuchando” ¿te suena?, quizás habrás escuchado tú esa expresión o habrás sido el autor de ella, ya sea en tu entorno profesional, personal, familiar o cualquier otro y, ¿de verdad estás escuchando o te estás limitando a oír?, la diferencia entre uno y otro término es abismal.

Cuando oigo percibo sonidos, ruido interno y externo y poco más, no se establece comunicación, en cambio, con la escucha, en función del nivel de la misma, se produce el hecho extraordinario de la comunicación entre personas, ahí puede haber empatía, comprensión y compasión, aspectos muy necesarios para que mis relaciones resulten nutritivas para todas las partes.

Covey nos dice que escuchamos para preparar la respuesta, con lo que una buena parte del mensaje simplemente se pierde, la escucha es un acto voluntario y activo, en absoluto pasivo, tiene que haber intención para que se produzca.

Uno de mis recuerdos de infancia es el de estar leyendo un cómic y abstraerme de tal manera del resto del mundo, que mi padre se enfadaba mucho conmigo porque no le hacía caso, y es que en ese caso, era imposible ya que estaba en mi mundo, incapaz de prestarle atención.

Otra anécdota, en 2009, asistiendo al musical Mar i Cel en el TNC de Barcelona, con una crisis galopante en mi empresa, hubo 15 minutos de la obra que me los perdí pese a estar presente, mi cuerpo estaba pero mi mente y mi escucha, estaban en otro lugar.

¿Por qué os cuento estas anécdotas?, porque para la escucha, y más si es en un nivel profundo, es imprescindible que haya intención de escuchar y de comprender a mi interlocutor.

En posiciones de liderazgo, demasiadas veces existe una sobrepresión que nos impide escuchar, algo que redunda de forma negativa en nuestra capacidad de influencia en aquellas personas a las que lideramos, ya sea a nivel profesional o familiar.

En la escucha activa, no solo escuchamos con los oídos, lo hacemos con todos nuestros sentidos, lo hacemos con nuestra intuición y lo hacemos con nuestro corazón, ahí es donde se captan los matices que diferencian al ser vulgar del ser extraordinario, aquel que capta las necesidades genuinas de la otra parte, algo en lo que Marshall Rosenberg hace hincapié en su modelo de Comunicación No Violenta (CNV) como uno de los pilares fundamentales: captar las necesidades genuinas de la otra parte.

No dejarnos llevar por la presión, parar en la medida de lo posible, respirar y prepararnos para escuchar de forma integral a nuestro interlocutor será una buena forma de empezar. La escucha es como la memoria o como cualquier músculo, si se ejercita, crece de un modo exponencial y entonces, la calidad de nuestras relaciones crece en la misma medida.

Si tienes la fortuna de iniciar un proceso de coaching con un profesional solvente, algo que observarás es la calidad de su escucha y una profunda comprensión.

¿Quién quieres ser cuando escuchas?

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