El universo los puso en mi camino
Por Jordi Vilá
Pensé que tan solo estaba trabajando y haciendo un favor a alguien hasta que descubrí, a través de mi propio estado de plenitud, que quien estaba recibiendo más era yo mismo.
No sabría decir cómo, aunque sí sabría decir que durante todo el proceso me inundó un estado de profunda gratitud y conexión con las personas con las que estaba, personas con las que el destino me estaba regalando un encuentro, personas grandes en cuerpos quizás quebradizos y en circunstancias poco amables de sus vidas.
Mirar a alguien a los ojos y llegar a percibir su alma no es algo que ocurra con excesiva frecuencia, todo y estar convencido de que una presencia plena, permitirá que cada vez más pueda llegar a esa comunión con la otra persona.
Ver esa esencia, bailar con ella, fundirse en una única mirada que soportaría el peso de cualquier contingencia, incluso de la risa, casi forzada, que enmascara profundos sollozos del Ser castigado
En este momento, desaparecen todos los prejuicios, todos los privilegios de rango, pasando a ser seres humanos en una necesidad perentoria de comunicarse, de abrazarse con la palabra, con el gesto, con la mirada.
En determinados momentos, incluso la voz era secuestrada por la emoción, una emoción intensa y envolvente que permitía comprender al otro en toda su extensión. Desaparecía el tiempo, desaparecía el espacio y pasamos a un estadio de plenitud donde, realmente, todo era posible.
Ese estado me acompañó durante el resto de la jornada y me hizo sentir en paz conmigo mismo y con el mundo, especialmente agradecido con aquellas personas que el universo había puesto en el mismo camino para nuestro común aprendizaje.
Esto fue posible solo gracias a permitirme soltar todo el lastre, a aceptar al otro tal como era, sin prejuicios ni juicios. Todo estaba bien, todo era aceptable, incluso nuestra común desconfianza inicial, quizás disfraz de un rechazo que se tornó acogida.
Hoy soy consciente de ello y me permite seguir en el camino hacia el interior, un camino que intuyo no tendrá fin.