El límite solo está en mi mente
Por Jordi Vilá
Sí, de acuerdo, es una aseveración exagerada aunque muy cercana a la realidad porque, la mayoría de los límites que nos marcamos, no están más que en nuestra mente, incluidos los biológicos.
Los coaches decimos que el ser humano es creativo, completo y lleno de recursos y lo decimos porque verdaderamente creemos en ello. Cuando tenemos un cliente delante, sabemos que tiene un innumerable conjunto de recursos dormitando en su interior, deseosos de salir a la luz y mostrarse en toda su grandeza.
Es indudable que existen límites y que no todo el mundo tiene el don del canto, de las manualidades o de la inteligencia cognitiva, pero cada persona tiene su particular depósito de habilidades, algunas conocidas y explotadas, otras no.
No voy a poder hacer esa llamada, no podré conseguir esa promoción, no aprobaré ese examen, no, no, no…. nos flagelamos pensando que no somos capaces y, en ese preciso instante es cuando dejamos de serlo tal y como ya enunciaban Rosenthal y Jacobson (1966) en su obra de investigación Pygmalion in the Classroom.
Cuando decidamos ir a por un sueño, veamos que limitaciones reales tenemos y las formas que tenemos de neutralizarlas o, en su caso, que hay oculto tras ese sueño, puesto que ese será el verdadero objetivo. Por ejemplo, si con mi edad que ya sobrepasa los 50, pretendo mejorar el record del mundo de salto de altura, está claro que hay una serie de limitaciones biológicas así que, ¿cuál es el sueño agazapado tras esa quimera?
Los límites, en su mayor parte, no son más que proyecciones de nuestro cerebro, de las décadas de creencias situadas en capas, algunas de las cuales yacen de forma consciente y otras lo hacen acomodadas en nuestro inconsciente, una suerte de parte oculta del iceberg. Identificarlas y desmontarlas nos abrirá un sinnúmero de puertas que hoy imaginamos cerradas.
¿Qué límite estoy dispuesto a sobrepasar hoy?