El equipo y la tortilla de patatas
Por Jordi Vilá
Supongamos que tenemos los ingredientes para hacer la mejor de las tortillas de patatas, el mejor aceite, los mejores huevos, las mejores patatas (gallegas, está claro), las mejores sartenes, quizás te guste con cebolla o con algún otro condimento y, obviamente, la mayor de las ilusiones por el resultado de la combinación de los ingredientes y de los contenedores que la harán posible.
Supongamos que freímos las patatas y el fuego se apaga sin que nos demos cuenta porque habíamos abandonado la cocina, quizás un corte de luz, si la cocina es eléctrica, o una ráfaga de aire si es de gas. Hemos estado muy atentos mientras se freían pero, desgraciadamente, esa pérdida de atención, echa a perder la fritada ya que han quedado blandas, mal fritas y llenas de aceite en su interior.
Imaginemos ahora que la fritada ha sido excelente, hemos estado atentos y hemos ido tutelando su cocción con el mayor de los cariños. Estamos relamiéndonos ya del resultado que prevemos excelente. Dejamos las patatas escurriendo el aceite sobrante y empezamos a batir los huevos, pero no ponemos el cuidado requerido porque, a la vez que los batimos, recibimos una llamada (como no, más urgente que lo que estamos haciendo) y no vemos que hay trozos de cáscara mezclados con el huevo y, al poner las patatas, quedan enmascarados por estas.
El resultado anterior es que ligamos la tortilla con una apariencia excelente pero, a la hora de comprobar el resultado, nuestra boca se llena de pedazos de cáscara de huevo, arruinando la excelente labor realizada hasta entonces. El problema estaba oculto y las prisas y otras urgencias, no nos permitieron ver el conflicto oculto.
Otros problemas podrían ser pasarnos de cocción con lo cual quedaría seca, o quedarnos cortos, con lo que apenas está ligada.
Y aquí, viene cuando pensáis que en mi desayuno había algo caducado que me ha afectado gravemente mi capacidad racional…pues no, o sí, pero no es este el motivo de vuestra sorpresa.
Pensemos en un equipo, el que sea, un colectivo de personas con sus fortalezas y sus debilidades, con sus miedos, anhelos, ilusiones y angustias. Cuando trabajamos para crearlo, o para fortalecerlo, o para llevarlo a una comunión de intereses, o…. podemos caer en cualquiera de los hechos expuestos a la hora de hacer nuestra tortilla de patatas.
Al equipo debemos cuidarlo, acompañarlo en su cocción, encontrar esas cáscaras de huevo ocultas bajo la capa exterior que tanto daño pueden hacer. Si lo dejamos antes de hora, mal pero, si lo tutelamos en exceso, también mal, así que conviene encontrar ese punto justo de cocción que nos permite saborear el mejor de los manjares de nuestra cocina: el trabajo de un equipo de personas en busca de un objetivo común o, si queréis, la mejor de las tortillas de patatas, donde no hacen falta ingredientes exóticos, pero sí el mayor de los cariños.
¿Me acompañas a ver como anda la cocción de tu tortilla?