Descompresión

Maialisa y MasimbatmasheMadondo para Pixabay

Puede ser cualquier día y cualquier hora, de la mañana, tarde o noche, sientes una tremenda presión en los hombros, como si llevaras una mochila de 50 kilos, el estado anímico es cada vez más denso, tienes tendencia a la irascibilidad y tu chispa de antes se va apagando, ¿te suena?

No pasa nada, te dices consciente del autoengaño, pero la gente que rodea sabe que sí pasa algo, y ese algo es que la caldera está a punto de explotar en una de las múltiples formas que tiene: ictus, infarto, depresión…pero te dices que es el momento y que  pasará, un momento que dura ya varios meses, si es que no son años.

Tienes la sensación de ser uno de aquellos equilibristas circenses que van con un monociclo mientras en las manos aguantan unos cuantos platos que, a su vez, vas manteniendo en equilibrio sobre unos palillos.

Tu seguridad cada vez es menor y sientes un tremendo cansancio que no quieres expresar, siempre tienes la sensación de que hay algo que olvidaste, que algo quedó por hacer o algún detalle no está como querrías.

Ese es el precio del éxito, te dices, aunque cada vez tienes mayor convencimiento de que no es ese el éxito que quieres, que estás viviendo por encima de lo que puedes aguantar.

No es nuevo, es la presión desaforada que tantas personas aguantan desde el inicio de los tiempos, aunque hoy en día se acrecenta por la conectividad plena, mensajes, llamadas, correos electrónicos…conectados 24 horas al día 365 días al año.

¿Adónde vas y cuál es el coste del viaje?

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