Del niño al profesional responsable

Hace unos días estaba compartiendo un buen rato con quien, en su día, fue un compañero de Equipo que inició su carrera con nosotros, siendo parte de mi labor la de hacer de acompañante en esos compases iniciales, en ese balbuceo profesional que ha devenido en lo que se prevé una exitosa carrera profesional que ya se ha iniciado y cuyos resultados serán, seguro, espectaculares.

Hoy puedo garantizar sin miedo alguno a equivocarme, que aquella arcilla, supo moldearse a sí misma aunque, bien es cierto, que la formación era robusta, no solo en su apartado técnico, si no especialmente en su faceta humana, en sus valores, en sus creencias que, en alguna ocasión, le aportaron algún que otro quebradero de cabeza.

Pero no es de este caso del que quiero hablar, aunque me encante, si no de la importancia de formar a las personas, no solo en su cometido técnico, si no en aquel apartado más soft que suele quedar abandonado al viento que con mayor fuerza sople, algo que es responsabilidad de los educadores, de la familia y, como no, también del entorno profesional que le acoge.

Podrá parecernos baladí, pero esos primeros años, conforman lo que será un adulto sano o enfermo, emocionalmente hablando, y ahí está la importancia de los primeros educadores, de esos que parece que tan solo juegan con nuestros hijos, pero que dejan una huella indeleble en su carácter y en su personalidad, creando unos hábitos que le permitirán un correcto desarrollo, como lo hará también la familia, aunque en ocasiones nos pueda dar la sensación de que cualquiera de nuestros esfuerzos es en vano.

Los directivos parecen no darse cuenta de la importancia que tienen a la hora de modelar esos jovencitos que llegan a sus manos, en ocasiones como becarios, aprendices o sabios ocasionales. En sus manos está sentar unas bases que les permitan salir fortalecidos de la experiencia, por dura que esta sea. Son muchas las ocasiones en las que oímos a algunos directivos hablar de esa juventud que debe ser responsable de sus actos pero olvidan, tal y como comentábamos, que ellos son pieza importante en que puedan adquirir esa responsabilidad.

Podemos eludir, cada uno en su papel, la responsabilidad que tenemos para con las personas que se inician en sus primeros pasos profesionales, sean estos cuales sean, pero no podemos olvidar que parte del éxito o el fracaso, nos corresponde de un modo muy directo, ¿cómo contribuyes tu, desde tu faceta, a crear adultos sanos y responsables?, ¿qué podrías hacer que aún no haces?

Publicado el

  • Coaching de Equipos
  • Coaching Ejecutivo
  • Crecimiento personal
  • Empresa
  • Equipos
  • Límites
  • Nuevo paradigma
  • Sociedad
  • Valores
  • Vida

Compartir en Facebook, LinkedIn, Twitter.