Curiosidad

Dicen que mató al gato, pero parece que a Santiago García eso no le arredra lo más mínimo, ni eso ni el frío y la nieve que hicieron acto de presencia en Barcelona.

¿Por qué cuento todo esto?, porque el pasado miércoles tuve el privilegio de moderar su charla al respecto en EAE BS, a la que acudieron un numeroso grupo de estudiantes de diversas nacionalidades, movidos sin duda alguna por una temática que, como no podía ser de otra manera, despertó su curiosidad.

Santi nos habló del estudio realizado por su organización, Future for Work Institute, junto con Infojobs el pasado año y que presentaron hace tan solo un par de meses, en el que analizan el impacto que la curiosidad tiene en personas equipos y organizaciones, llegando a resultados sorprendentes algunos, de lógica otros.

La curiosidad lleva la semilla del conocimiento y la innovación, indicando la salida al inmovilismo y el tedio, es la que llevó a los Vikingos hasta el Mediterráneo, a Galileo a inferir que la tierra era redonda y a los peques a mirar en todos los rincones a fin de reducir el nivel de incertidumbre, por pura hambre de conocimiento.

Nos habló de que la persona curiosa se hace, es decir, no es algo prohibido al más común de los mortales, aunque bien es cierto que habrá personas con esa competencia un tanto más desarrollada.

Las organizaciones tienen en sus manos potenciarla o erradicarla y es lógico que, en determinadas culturas, dé auténtico pánico, aquellas en las que “siempre se ha hecho así” o en las que “no se paga a la gente para pensar”, ¿os suena?, aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI aún se oyen lindezas por el estilo.

Gracias a lo curiosidad Patarroyo creó la vacuna contra la Malaria, Carl Rogers desarrolló importantes teorías de la psicología humanista, Ramón y Cajal descubrió la estructura del sistema nervioso y, de nuevo los peques, aprenden a caminar pese a los repelones de rodillas que ello implica.

Solo en entornos inmovilistas u oscurantistas esta invitada es mal recibida, no sea que vaya a provocar cambios que incidan directamente en esa zona de confort que hay que mantener a toda costa.

Si ves un niño mira detenidamente a sus ojos, allí encontrarás la morada de la curiosidad elevada a su máximo nivel, ¿a qué esperamos para rescatar a ese niño interior ávido de conocimientos?

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