Coaching y la soledad del líder

Foto: Jordi Vilá

Algo que solemos ver los coaches cuando trabajamos en el entorno ejecutivo es la soledad que sufren los líderes, y es que en muchas ocasiones no pueden compartir la información de que disponen, ni hacia arriba ni hacia abajo caso de ser los máximos responsables o con sus pares, caso de ocupar una posición de alta o media Dirección.

Como Coach estoy obligado a guardar la máxima confidencialidad, como haría un sacerdote, un médico o un abogado, los relatos que comparten con nosotros nuestros clientes en ningún caso serán compartidos, algo que permite a nuestros clientes contrastar las decisiones a tomar, contemplar distintos escenarios o verse sometidos a una exploración por nuestra parte.

Esa exploración de la que os hablo da pie, en algunas ocasiones, a que puedan visualizar movimientos que antes no habían considerado, o preparar las respuestas a determinadas situaciones, en cualquier caso, lo que hacemos es acompañarles a una nueva posición de observador.

En una ocasión, al acabar el proceso con una cliente y preguntarle por su valoración de este, se refería a diversos puntos para ella fundamentales:

  • Posibilidad de aligerar su presión al compartirla con alguien ajeno a su entorno más próximo.
  • Tener una especie de sparring con quien poder contrastar la problemática existente, con la seguridad de que tenía delante a un compañero de viaje retador e inconformista.
  • Poder contar con alguien que le confrontaba sin medias tintas.

Todo ello, le dio pie a encontrar nuevos caminos, más alejados de la ortodoxia de su cultura corporativa y de la normalidad, sea eso lo que sea.

Los coaches ejecutivos no somos consultores ni mentores, tampoco terapeutas, somos unos profesionales que simplemente acompañan al liderazgo a tomar aquellos caminos que consideren más convenientes, y lo hacemos desde la libertad que nos da poder cuestionar sin la presión del día a día, desde una mirada limpia, sin juicios y sin agendas ocultas que permiten trenzar unos vínculos de confianza a toda prueba.

No tenemos una varita mágica, y tampoco nuestros clientes lo pretenden, de lo contrario contratarían consultores en lugar de coaches.

¿Empezamos?

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