Bailando con la experiencia
Por Jordi Vilá
Me atrevería a decir que la facilitación de equipos es, más que una técnica, un arte y, el motivo de tal afirmación, no es otro que el hecho de que es del todo imposible poder hacer recetas que pudieran ser efectivas en la mayoría de momentos con cualquier colectivo.
Cada colectivo es distinto y, cada uno de ellos, en función de la coyuntura que atraviesan, puede tener reacciones distintas ante los mismos estímulos, algo que convierte a esta disciplina en arte, tal como ya apuntaba Rogers (2004), quizás en otros términos, pero con idéntica filosofía subyacente.
Dentro del coaching de equipos (o facilitación, consideremos el término que más se ajuste a nuestras apetencias, puesto que tomo ambos como sinónimos), es fundamental leer lo que llamamos el campo emocional, esto es, todo aquello que se está trasmitiendo en el sistema por medios no verbales y que se traduce en emociones, explicitadas o no.
Podemos hablar de silencios, de miradas huidizas, de risas nerviosas, de oposiciones frontales corporalmente, de ambientes tensos o relajados y de un sinfín de otros elementos que coexisten con el devenir del conjunto de personas, incluso con aquellas que ya no están presentes y de las que ya hablaremos en el siguiente post, que afloran el que llamamos Rol Fantasma.
Habitualmente, esta lectura nos permitirá facilitar con mayor efectividad al grupo o equipo, incluyendo el uso de algunas herramientas cuya temporalidad pudiera no estar ajustada al momento teórico pero que se revelan adecuadas por sus resultados, algo posible gracias a esta lectura del campo emocional.
En una ocasión, facilitando un equipo, uno de sus componentes pedía a gritos de silencio recibir un feedback sincero en un entorno seguro. Esto no supondría ningún problema de no ser porque aún carecía del nivel de confianza adecuado, al menos teóricamente, pero nuestro expertis e intuición nos dijeron lo contrario, así que decidimos tomar el desafío como reto y trabajarlo.
Puedo garantizaros que la experiencia fue rica en grado sumo y el regalo generoso de sus compañeros, le aportó el conocimiento que de otro modo no hubiera tenido. El equipo ganó en conocimiento, en confianza entre sus miembros y en transparencia, con lo que podemos asegurar que el propio sistema salió fortalecido del embate.
¿Cuántas veces renunciamos al enriquecimiento del sistema por miedos infundados?