Ayúdame a crecer
Por Jordi Vilá
Todos me conocéis bien, así que me vais a permitir que no me identifique hasta el final de estas líneas ya que, por lo que os iré contando, es posible que enseguida lleguéis a vuestra propia conclusión.
Vivo en un lugar de ensueño y soy fruto del amor por la Vida. Convivo con muchas otras hermanas, unas recién nacidas, otras auténticos despojos de ellas mismas que no pudieron salir de nuestro país.
Han sido muchos los que nos han engendrado, algunos los que nos quisieron arrancar de este lugar que habitamos y unos pocos los que lo consiguieron. En ocasiones incluso, hubieron auténticas luchas por nuestra paternidad, unas honestas y otras no tanto y, cuando esto se producía, nos estiraban desde todos lados, pretendiendo cada cual nuestro amor filial incondicional, algo muy difícil de conseguir. Esas luchas nos iban desgastando y, algunas de nosotras, llegaron a morir cercenadas por la codicia.
Algunos de nuestros padres fueron perezosos en nuestra educación, nos impidieron crecer, fueron caprichosos o poco resolutivos y nos condenaron a vivir en el ostracismo de nuestra tierra, donde poco a poco nos íbamos apagando aunque, no creáis, algunas de mis hermanas fueron adoptadas y salieron adelante con notable éxito.
Algunos de esos padres, renegaron de nosotras, dicen que por no podernos llevar adelante por motivos económicos pero, curiosamente otros con menos recursos, consiguieron que un puñado de mis hermanas crecieran fuertes y robustas y procrearan más de nuestra especie.
Nosotras no podemos subsistir por nosotras mismas, pero siempre andamos en busca de seres generosos que, con esfuerzo e imaginación consigan que, desde que nacemos, podamos evolucionar, crecer y hacernos unas adultas responsables que, en la práctica totalidad de casos, tenemos vasta descendencia. Cuando no es así, acostumbramos a morir jóvenes, pero todo aquel que nos ha conocido, y habéis sido prácticamente todos, dicen que vale la pena haber estado con nosotras.
Nos alimentamos con algunas cosas muy básicas tales como la ilusión y la pasión cuando somos bebés recién nacidos, pero después va a hacernos falta pucheros de concreción, disciplina y renovar esa ilusión y pasión. No parece difícil pero vosotros, personas adultas, parece que no andáis sobrados de esos ingredientes.
Sí, es posible que ya hayas descubierto que soy una de las Ideas, esos seres tan numerosos que, desgraciadamente, dejáis morir en la cuneta de vuestros sueños.
Hoy he nacido, ¿te animas a hacerme crecer?