Autoestima

No hay más que levantar la mirada en lugar de ir cabizbajos y notaremos entre nuestros congéneres un tono vital bajo, quizás debido al momento convulso que atravesamos, algo que sería lógico, pero hay otros aspectos que, lejos de ser lógicos, resultan preocupantes.

Hablo del estado emocional que percibo en una gran cantidad de personas, sin importar su condición social, económica, género o profesión. Existe una gran carencia de querencia de si mismo algo que, como apuntaba en el párrafo anterior, me causa una profunda tristeza y preocupación porque una sociedad en la que las personas no se quieren a sí mismas, es una sociedad muerta, una sociedad fingida, de plástico.

Personas que, como cualquier otra, tienen maravillosas habilidades y competencias, que no se reconocen en ellas mismas, personas en continua autoevaluación, ya no autoexigentes si no realmente puntillosas, rigurosas hasta la extenuación, sin permitirse ni el más pequeño de los errores que, lejos de tomarlos como tales, los toman como auténticos fracasos.

Personas que cualquiera catalogaría de brillantes, viviendo una auténtica tormenta interior que les impide tener la serenidad necesaria para vivir en paz, personas que se sienten juzgadas a cada paso que dan, no importa los valores que atesoren, ya que siempre se sienten juzgadas.

Pero cuando empiezan a ver su propia luz, ahí es cuando su transformación se hace patente, porque no podemos olvidar que, mientras están sometidas al yugo de la perfección, están encorsetadas, faltas de la fluidez necesaria para poder lucir en todo su esplendor así que, cuando se permiten por fin brillar, podemos ver todo el camino iluminado, el suyo y el nuestro, porque ellas mismas nos ayudan también a brillar en nuestro propia senda.

Hoy te he visto y el brillo en tus ojos me ha mostrado que estabas ya en ese nuevo sendero, en el sendero del quererte, de permitirte fluir como el agua de la libertad de verte en toda tu grandeza.

No fue fácil, tuviste que desmontar muchas de tus creencias, incluso es posible que algunas de ellas vuelvan a aflorar, pero ahora se que sabrás encontrar de nuevo el camino que lleva a tu realidad.

¿Cuándo te vas a permitir mirar a tu espejo interior y quererte como eres, sin sentirte rechazado, ni por ti mismo ni por los otros?

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