Aún hay esperanza
Por Jordi Vilá
Era una terrible enfermedad, la mayor parte de las criaturas que debían nacer, no llegaban al final de la gestación, tan solo una mínima parte de ellas conseguían ver la luz y, curiosamente se descubrió que eso venía pasando desde la noche de los tiempos.
Elementos no natos, elementos que vagaban en una suerte de limbo, sin esperanza alguna de ver su recuperación, de nacer a un mundo de ilusiones, perdidos en mares de desesperanza y confusión, sin entender que aquello les pudiera ocurrir.
Tanto es así que cada vez eran menos las que llegaban a ser ni tan siquiera fecundadas, un abrigo de pesadumbre se apropiaba de aquel país, aunque unas pocas criaturas conseguían nacer, ver la luz y muchas de ellas ir creciendo con el tiempo.
A los padres que lograban engendrar les tildaban de desafectos, quizás por el miedo a que esa disfunción se extendiera y creara una contaminación que pudiera propagarse como si de una epidemia se tratase.
Un buen día empezó a brillar el sol en aquel país, sus criaturas eran rescatadas por gentes que eran vistas con admiración por ellas, ¡por fin había alguien valiente que se interesaba!
Aquel país fue quedando desierto y, con ello, la prosperidad y el crecimiento llegó por fin al país de las ideas perdidas.
No dejes que esa creación tuya vuelva de nuevo a crear un país de las ideas perdidas, ayúdalas con tu ilusión, tu impulso y tu talento a que vean la luz, quizás un coach podrá acompañarte en este camino.