Auctoritas y potestas
Por Jordi Vilá
Pretendemos que la gestión directiva es liderar, aunque seguimos con muchas de las estrategias del siglo XIX limitándonos a mandar, es decir, a ejercer la potestas sobre la auctoritas o, dicho de otro modo, ceñirnos a ejercer el poder en lugar de considerar el ejercicio ponderado de la autoridad.
Es cierto que la situación de estos últimos años ha dado pie a una serie de ajustes, al retorno a la austeridad contra el despilfarro de hace ya un tiempo, a la optimización de plantillas, a la reducción de los salarios e incluso de los complementos variables. De algún modo, hemos sido los protagonistas involuntarios del retorno del péndulo.
Este último apunte es interesante para darnos cuenta de que, allí dónde la capacidad de liderazgo se limitaba a aumentar un salario o adjudicar una promoción, hoy tiene que lidiarse de un modo completamente distinto, más innovador y creativo, apelando más a los elementos motivadores intrínsecos que a los extrínsecos.
¿Qué hacer entonces?, ahí es dónde vamos a asistir a la obra de transformación en la gestión directiva.
Damos por hechas demasiadas cosas y olvidamos que la potestas utilizaba tan solo lo que la ley o la norma marcaba, el poder otorgado era suficiente para liderar, hoy esto ha cambiado drásticamente y necesitamos la auctoritas, la autoridad otorgada por las bases, en función de unos valores morales, una sabiduría y unos conocimientos, no ceñidos tan solo a lo cognitivo sino también a lo esencial: la persona.
No se trata de emplear tan solo una u otra, es esencial llegar a dominar la gestión de las incertidumbres, el punto medio y, para ello, no podemos limitarnos a pensar de una forma lineal apoyándonos en lo anteriormente utilizado con tanto éxito.
¿Cómo puedo conseguir que el equipo al que lidero se mantenga en su máxima ilusión, con un nivel de tensión óptimo, sin contar con dinero o prestigio en forma de promoción vertical?
Aquí es donde indagar con la máxima curiosidad, tanto en los colaboradores como en la organización, puede darnos los mejores resultados, ¿cuáles son mis límites reales y hasta dónde llegan?. Explorar posibilidades antes impensables, comprobar cuáles de los techos pretendidamente de hormigón lo son de cristal y pueden romperse, profundizar en los anhelos de las personas nos van a dar las claves del éxito.
¿Qué caminos estoy dispuesto a explorar?